La dislexia

Se conoce como dislexia a un trastorno cuyas características principales serían las dificultades de procesamiento de palabras escritas y problemas en la expresión escrita. Actualmente, la teoría con más evidencia científica sería el modelo de doble ruta en el aprendizaje:

• Ruta fonológica: En los primeros años de lectura, se comienza leyendo descomponiendo las palabras por subunidades o sílabas (grafemas) que se traducen a un sonido (fonema).

• Ruta léxica: Pasados normalmente unos pocos años, las palabras y conceptos tenderán a guardarse en el denominado mental lexicon (un almacén mentalde la información lingüística), con lo que ya que con un golpe de ojo ya se podrá completar sin necesidad de ir descomponiendo la palabra en subunidades.

La base de este trastorno estaría en una disfunción de una de las dos rutas (o incluso ambas), denominándose dislexia fonológica a un fallo en la ruta con el mismo nombre y dislexia superficial si la disfunción ocurre en la ruta léxica. Esta división puede ser en ocasiones difícil de discernir, ya que si por ejemplo no se hace un estudio psicométrico antes de que acabe la educación primaria, no se podrá ver con claridad si los déficits en la ruta léxica son producidos por una dislexia superficial en los primeros años de escuela, o si estos son producidos por fallos en la generación del mental lexicon.

¿Y por qué existe la dislexia? Digamos que a lo largo de toda nuestra historia como especie, la lectura o la escritura son en realidad procesos realmente nuevos. Los primeros textos escritos datan de hace algo menos de 3.000 años de antigüedad, mientras que el Homo sapiens como especie se calcula que existe desde hace unos 300.00. Incluso, se calcula que en el inicio del siglo XX en España más de la mitad de la población era analfabeta. Todo ello muestra que los procesos cognitivos de la lectoescritura son novedosos para nuestro cerebro, habiendo algunos autores que afirman que dichos procesos “ocupan” una parte de nuestro circuitos cerebrales que antes utilizábamos para otro tipo de tareas no relacionadas con la lectoescritura (curiosamente ya Platón arengaba a favor de la memoria y en contra de los textos escritos).

Desarrollando lo anterior, hace pocos meses salió un estudio bastante curioso, en donde se relacionaba el proceso evolutivo de los humanos con los de los insectos sociales como las abejas. Lo que los autores explicaban es que, en toda sociedad mínimamente sofisticada (humana o animal), suele existe la división del trabajo entre sus miembros. En el estudio se explicaba que el porcentaje de abejas exploradoras en una colmena coincide con la prevalencia en la población general de la dislexia (alrededor de un 20% como mucho). Además, está comprobado además que muchas de las personas con este diagnóstico muestran un rendimiento en memoria viso-espacial por encima de la media; con lo que los autores afirmaron que las personas que hoy diagnosticamos de disléxicos serían los “super-exploradores” de nuestras sociedades más primitivas, que con la aparición de la vida sedentaria y la tecnología de mapas y satélites, estas habilidades ya no harían falta.

Sin duda es una teoría curiosa e intuitiva, y aunque no sea cierta, sí que expresa muy bien la idea de que el cerebro tiende a “compensar” de alguna manera déficits en un área con puntos fuertes en otra. Esto se puede aplicar al ámbito escolar, en donde la falta de aptitudes o estrategias ante una o varias materias se puede abordar estudiando los puntos fuertes del alumno o la alumna, para así potenciarlos posteriormente con estrategias concretas para que no se descuelguen del ritmo de la clase:

  • Compensar la información escrita con otra información complementaria de carácter audiovisual, utilizando todo lo que pueda servir, como pistas, videos de Youtube, gráficos, señales post-it, fichas, listas, dibujos, etc.
  • Estructurar los textos o explicaciones siguiendo un relato claro de inicio, desarrollo, final.
  • Evitar ponerle en evidencia delante de toda la clase.
  • Ajustar en la medida de lo posible algunos textos, siendo más breves y con unvocabulario adaptado.
  • Utilizar la memoria episódica como estrategia de estudio, es decir, intentar hacervisualizar conceptos como eventos futuros más que como etiquetas semánticas.
  • Trabajar estrategias metacognitivas en identificación de palabras, como el uso decampos semánticos o de mapas conceptuales.
  • Dejar tiempo adicional para completar las actividad.
  • Ayudarle a usar técnicas de memorización visoespacial como los palacios de lamemoria.
  • Fomentar y facilitar la identificación y el subrayado de palabras y conceptos clavesdentro de un enunciado o un texto.
  • Darle órdenes simples y breves estableciendo contacto visual con el alumno.
  • Evaluar más el contenido que la forma de sus pruebas escritas.
  • Poner en marcha actividades de debate, explicaciones orales, etc.
  • Penalizar en menor medida que sus compañeros las faltas de ortografía o deacentuación en sus trabajos o exámenes.
  • En la lengua extranjera, permitir al alumno/a consultar reglas de estructura gramatical oesquemas de los diferentes tiempos verbales.
  • Tener paciencia a la hora de dictar apuntes si el/la alumno/a no consigue seguir el ritmodel resto de la clase, ni dar las preguntas de un examen en voz alta solamente, sino porescrito.
  • No eximir al alumno/a de sus responsabilidades aunque se le reconozcan susdificultades.

Bibliografía
Furnes, B., & Norman, E. (2015). Metacognition and reading: Comparing three forms ofmetacognition in normally developing readers and readers with dyslexia. Dyslexia21(3), 273-284.

Gazzaniga, M. S., Ivry, R. B., & Mangun, G. R. (2019). Cognitive Neuroscience: The Biology of theMind. W.W. Norton.

Taylor, H., & Vestergaard, M. D. (2022). Developmental dyslexia: disorder or specialization in exploration?. Frontiers in Psychology, 3374.

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